Hace un tiempo en Quora respondí a una pregunta similar, en mi respuesta expuse que desde mi perspectiva no es así y para comprobarlo se podría citar a médicos eminentes, científicos e incluso presidentes con doctorados en diferentes áreas que son creyentes.
Muchos de los no creyentes (entre los que me incluyo), fuimos creyentes alguna vez y no fue necesario llevar un PhD en ciencia para romper la barrera de una fe que te inculcan desde pequeño y que casi todas las personas que te rodean la tienen y viven con ella.
Lógicamente, el conocimiento y la ciencia son un buen soporte donde nos apoyamos, pero no es lo único, pero primero tenemos que pasar “un proceso” que a veces toma años, es como si se tratara de un investigador privado que va tomando muchas pistas, evidencias, relaciones, etc. hasta lograr comprobar muchas cosas que pensaba eran ciertas o no.
No es fácil decirle a un creyente que su dios no existe, es como si a un ateo le dijeran lo contrario, el teísmo es cuestión de fe, incluso muchas veces de una fe tan fanática que ciega a muchas personas.
Veo lejos que exista solo una correlación entre educación y ateísmo, yo creo que algunos términos de correlación con ateísmo podrían ser: análisis, respuestas, evaluación, observación, lógica y por supuesto también conocer científicamente quienes somos, a nuestro planeta y todo lo que podamos del universo.
Para terminar, el ateísmo es un cambio, se trata de romper paradigmas, un gran número de creyentes piensa que un ateo es malo porque “no tiene límites”, que “adora al diablo”, etc. nada más fuera de la realidad.
A pesar de que haya algunos pseudos “ateos” que piensan en un dios a cada minuto y no pueden estar tranquilos sin insultar a dios o a los creyentes, la mayoría de los ateos (aunque lógicamente no puedo generalizar) somos gente de valores, principios, buenos ciudadanos, que coinciden con algunos puntos de una religión y que tratan de educar a sus hijos en valores y principios, independientes de una creencia en que exista un ser divino que tengan que adorar, temer o responder por sus actos.