Cuando empecé mis primeros trabajos, tuve la oportunidad de ingresar a laborar a una importante empresa constructora internacional en la ciudad de Trujillo, la empresa era de origen brasileño, pero operaba a nivel mundial en múltiples rubros, su fuerte era la construcción de obras civiles y Perú era un importante hub para sus operaciones.
Desde el momento que ingresé a trabajar, tuve la sensación de que el arduo trabajo que realizaban en cada una de sus áreas, desde el director de obra hasta el más pequeño colaborador, no era inútil y no me equivoqué, con el tiempo pude comprobar que el resultado de las obras construidas son de excelente calidad y eso nadie podrá negarlo.
Ingresé a la empresa a finales del año 1,997 en el área de ingeniería, eran los tiempos en los que recién se estaba volviendo popular el uso del CAD para elaborar los planos y detalles en lugar de dibujar a mano con estilógrafos como se había hecho durante muchos años y aun en ese año, quedaban algunas personas las que se les podía observar dibujando “a mano”.
Las herramientas de CAD nos brindaban una versatilidad muy superior para poder elaborar todos los documentos que las obras requerían, especialmente los planos de detalles de ingeniería y la cuantificación de los movimientos de tierras. Una de las características más importantes desde un inicio fue el proceso de edición, nunca fue tan sencillo deshacer los errores o empezar un nuevo plano desde un diseño similar y ya no desde cero como antes.
Todas esas herramientas informáticas, en las que se incluían Office y otras utilidades, nos permitieron disponer de tiempo para tener una mejor calidad en los planos de diseño y un mejor detalle para construir los proyectos.
El intercambio de información entre empresas, incluso a nivel internacional, se volvió un proceso sumamente sencillo, pero al mismo tiempo muy valioso y se constituyó en una de las bases para contar con información de calidad para los trabajos a realizar.
Empresas nacionales e internacionales también nos elaboraban los proyectos para construirlos y nosotros nos encargábamos de efectuar todos los detalles adicionales y de “aterrizarlos” a la topografía de las características del lugar, el resultado era una trabajo de acuerdo a las exigencias de los estándares nacionales e internacionales de construcción e ingeniería.
Incluso el trabajo, fruto de varias áreas de la empresa y del esfuerzo de cada uno de los colaboradores, fue premiado y destacado en varias oportunidades por la famosa revista estadounidense de construcción Engineering News-Record (ENR), en nuestro país logramos obtener el galardón a mejor proyecto del año por el Proyecto de Ingeniería “Línea 1 del Metro de Lima”.
Me consta, participé casi 3 años en ese proyecto, asegurar la calidad del diseño y la construcción de una de las obras más importantes de nuestro país, no fue nunca tomado a la ligera, al contrario, la empresa invirtió millones de dólares en producir y ejecutar una ingeniera que cumpliera todos los estándares en seguridad y calidad.
La última obra en la que participé como integrante del área de ingeniería y comercial, fue la obra de “Vías nuevas de Lima”, una obra que significó para nosotros un proceso de adaptar nuestros conocimientos obtenidos principalmente en obras de construcción de grandes carreteras para usarlos en obras de desarrollo urbano.
Nuestro cliente fue Rutas de Lima, una concesionaria que administraba los peajes de la Panamericana Sur y Norte de Lima, esa empresa nos contrató para elaborar los proyectos y construir intercambios viales a desnivel y otros tantos a nivel que permitieran reducir el intenso trafico en estas importantes vías de la capital. Fuimos testigos del “antes y después” de esas obras, zonas hacinadas por vendedores ambulantes, paraderos informales y una seguridad vial casi nula se transformaron en zonas en las que fluía el tráfico libremente, con paraderos de acuerdo a las normas de seguridad y de tránsito.
En total participé en 8 proyectos durante más de 15 años, orgulloso de pertenecer a una empresa de ingeniería y construcción, líder de la industria, en donde se trabajaba con la finalidad de cumplir con la calidad y exigencias que demandaba el cliente, ese fue mi lugar de trabajo todos esos años, como mi segunda casa, con la cual conocí muchos lugares del Perú y a excelentes profesionales, esa fue Odebrecht Ingeniería y Construcción, la empresa que incluso me brindó capacitación a nivel internacional porque me lo merecí.
Lamentablemente, nuestra empresa no pudo escapar de la corrupción, un submundo en donde numerosas empresas y personas con antivalores exigían y otorgaban coimas para poder “asegurarse” con la obra, una corrupción que era y quizá siga siendo el modus vivendo de muchos profesionales corruptos que se aseguran “su porcentaje” a cambio de “ayudar”, así sea a una pequeña empresa como a una mega empresa como Odebrecht.
Corruptos, corruptores y corrompidos, todos en el mismo saco, pero, ¿por qué juzgar a quienes trabajamos de una manera honesta y muy profesional en nuestras áreas ajenas a las negociaciones de aquellos que se encargaban de ganar las obras?, ¿por qué tendríamos que sentirnos aludidos con los adjetivos calificativos que se lanzan a Odebrecht?, ¿los hijos son culpables por lo que hacen los padres?
No señores, todas las miles de personas que hemos laborado en esa empresa, nos sentimos orgullosos de haberlo hecho, hemos aprendido mucho, la empresa nos formó como profesionales de ingeniería y construcción y le retribuimos con nuestra experiencia y dedicación para lograr buenos resultados, dignos de lo que se merece nuestro país.
Por supuesto que la corrupción se debe de condenar, es uno de los peores males de la sociedad, pero los culpables están ahí, sentados en las instituciones del Estado o encargados de ejecutar y planificar los proyectos, corruptos que buscan ganar dinero robando el impuesto que todos los peruanos contribuimos con mucho esfuerzo.
Corruptos que deben de ser investigados, denunciados y encarcelados por muchos años y prohibidos de por vida de volver a trabajar para el Estado. Si expectoramos a esos malos profesionales de los Ministerios, de las organizaciones estatales, gobernaciones y alcaldías, podremos lograr una lucha verdadera contra la corrupción, pero no buscando chivos expiatorios para tapar con un dedo la delincuencia con saco y corbata de aquellos que se dan la gran vida con nuestro dinero.
Así que antes de hablar y calificar equivocadamente a todos los que trabajamos para Odebrecht en alguna oportunidad, sería bueno pensar en las personas que dedicamos nuestro profesionalismo para realizar un trabajo, al igual que cualquier colaborador de cualquier empresa en este país tercermundista que lucha por llegar a ser una sociedad desarrollada luchando contra los flagelos que la aquejan.