La joven espada pensaba una y mil veces cuando terminaría su agonía, en que momento terminaría de sentir aquel fuego infernal y cada golpe que recibía.
De pronto, en un momento que pensaba que jamás llegaría y después de un interminable y tortuoso proceso, sintió como el agua acariciaba todo su cuerpo.
Sentía como emergía, como la gran espada que siempre fue, preparada para enfrentar y ganar todas las batallas y de proteger a todos los que estuvieran bajo su sombra…
Si el fuego te consume y los golpes te llegan hasta el alma, recuerda que puedes ser una espada preparándote para la batalla y para proteger a los que más amas.