Cuando era niño, mi casa, aunque pequeña, me parecía un palacio, un lugar donde las 4 paredes eran casi inexistentes, siempre podía recorrer este palacio sin cansarme y casi todos los lugares para mí eran igual de cómodos, causantes de satisfacción y alegría, excepto uno a veces…

De niño, era muy sensible de lo que pasaba alrededor, estaba pendiente de mi madre y de mis hermanos, me importaba mucho como se encontraba mi madre, si ella estaba por alguna razón triste, yo también lo estaba, aunque ese sentimiento lo llevaba por dentro debido a que casi nunca fui comunicativo.

… tenía mi propio mundo y él se encargaba de guardar todos los detalles.

Es por lo que “uno de esos detalles” lo lleve conmigo muchos años y cada vez que lo evocaba se asomaba la nostalgia con algunos colores de cierta tristeza.

Cada vez que recorría los ambientes de mi casa, era imposible no pasar por la cocina, ya que la cocina conectaba dos ambientes principales, cada vez que pasaba por ella, podía ver a mi madre preparando nuestra comida, al ver su sonrisa me llenaba de satisfacción, satisfacción que algunas veces duraba poco cuando mi mirada se cruzaba con un par de palabras, que cada vez que las leía sonaban como truenos en medio del silencio.

Estas palabras, que más bien son una pregunta, se encontraban en un adorno anclado a la pared de la cocina, este adorno era una negrita cocinera de madera como un cuadro, en cuyo mandil, estaban escritas las palabras en letra corrida, al leerlas causaban en mí una pena al pensar que mi madre las había escrito, pena porque dentro de mi sensibilidad pensaba que mi madre no tenía los suficientes ingredientes ni insumos para cocinar o no sabía que prepararnos porque, en mi caso era un niño que no le gustaba comer casi nada y en su desesperación las había escrito con pena.

Creas tu mundo y este te acompaña

Imagínense crecer con esa pena casi diaria, ver las palabras escritas por mi madre en ese adorno anclado en la pared, aunque nunca se lo comenté a mi madre, no veía la hora de crecer, trabajar y comprar toneladas de mercado y hacer que mi madre escriba otra frase, o simplemente la borrara.

Así fueron pasando los años y ese recuerdo cada vez fue quedándose guardado dentro de mi mundo infantil y rara vez se asomaba, así que lo perdí de mis recuerdos, hasta que un día, nuevamente lo tuve frente a mí.

Una tristeza menos en mi mundo infantil

En una de las veces que visite la casa de mi esposa -que en ese tiempo era mi enamorada- la mochila o mundito de mi niñez perdió gran peso cuando descubrí que las famosas 2 palabras, en forma de pregunta, se encontraban en una cocina que no era la de mi madre y por lo tanto, era imposible que ella las hubiera escrito, si, en la cocina de los padres de mi esposa también tenían un adorno de madera en forma de una mujer negrita con las mismas palabras ¿Qué cocinaré?, aunque con otros colores, era el mismo.

Me quedé estático mirando aquel adorno y mi esposa notó ese momento y me preguntó si me encontraba bien, yo le respondí que si entre sonriendo y casi incrédulo, creo que exagero un poco, pero más o menos fue así, al mismo tiempo me sentí más liviano, como si hubiera sacado una roca de mi mochila.

Le conté a mi esposa, toda esta historia, aunque se la conté de forma amena, como ya la sentía en ese momento. Toda esta situación me hizo ver que algunas cosas que no existen te pueden acompañar casi siempre si no hay nada ni nadie que te haga saber que en realidad nunca existieron, es como la famosa frase:

Muchas veces te sientes ofendido, pocas veces te han ofendido.

Gracias Carmen y Mirtha por esta frase.

Cuando se es niño, se va creando un mundo y se va “guardando” vivencias, algunas muy reales, otras muy fantasiosas y muchas de estas vivencias muchas veces marcan tu vida, creo que es bueno volver a mirar dentro de ese mundo infantil que tenemos e ir sacando algunas cosas para mirarlas ahora con una mirada de adulto y reflexionar si verdaderamente merece seguir ahí dentro, quizá antes de que tengas una respuesta haya desaparecido de tu mano.

Feliz cumpleaños Mamá (04/08), gracias por cuidarnos siempre…

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